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La importancia de expresar los instintos y emociones en el TOC

El Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) es un trastorno de ansiedad grave, ya que las personas que lo padecen se ven significativamente incapacitadas por la propia psicopatología. Los núcleos que se ven afectados por el trastorno invalidan prácticamente todas las áreas de la persona, es decir, su comportamiento, conducta, actitud, pensamiento y la expresión de las emociones.

Es importante señalar que el TOC es un trastorno que se origina por diferentes factores (debido a causas genéticas y/o a factores ambientales) y entender su origen y cómo se desarrolla puede ayudarnos a comprender mejor por qué actuamos de la manera en que lo hacemos y a saber qué es aquello que nos genera mayor sufrimiento y por qué.

Por eso, vamos a explicar de manera resumida cuáles son aquellos factores ambientales que facilitan el desarrollo del TOC.

¿Cómo se desarrolla un Trastorno Obsesivo Compulsivo?

El TOC suele desarrollarse durante la etapa de crecimiento de la infancia o en la adolescencia. El desarrollo de este trastorno suele ser progresivo y sólo en determinadas ocasiones se origina de una manera más repentina, pero ello no es lo común.

Normalmente, cuando el TOC empieza a desarrollarse durante la etapa de la infancia, se debe a que el niño/a, condicionado por su entorno, inhibe de manera prolongada en el tiempo, sus emociones, pulsiones e instintos, como la ira, la rabia, la tristeza, el llanto, etc.

Esto, fácilmente puede crear un bloqueo a nivel psicológico y biológico en la persona, y este bloqueo lo que hace es generar mucha ansiedad. Si la persona no consigue liberarse de este bloqueo, puede acabar desarrollando una personalidad obsesiva.

Por esta razón, la expresión y manifestación de las emociones, pulsiones e instintos durante la etapa de la infancia y adolescencia, suelen garantizar que no se desarrolle un Trastorno Obsesivo Compulsivo.

 

¿Cuáles son aquellos factores ambientales que facilitan el desarrollo del TOC?

Estos factores ambientales suelen ser experiencias traumáticas que conllevan mucho estrés prolongado en el tiempo y que, a su vez, generan la sensación de pérdida de control por parte de la persona. Por ejemplo, un accidente, el divorcio y separación de los progenitores del niño/a, la muerte de un ser querido, sufrir abusos sexuales y/o físicos, bullying, un ambiente familiar inestable, etc.

Todas estas circunstancias pueden hacer que el niño/ a intente adaptarse al entorno, y para conseguirlo, inhibirá su espontaneidad (la expresión de sus emociones, instintos y pulsiones) por tal de evitar la agresividad e irritabilidad de sus progenitores.  

Si ello se mantiene en el tiempo, las emociones, instintos y pulsiones quedarán bloqueadas para dar paso a que todas las reacciones y comportamientos del sujeto sean totalmente controlados y regidas por la razón, lo que propicia la sintomatología obsesiva.

Teniendo en cuenta lo que hemos explicado anteriormente, vemos que si vivimos experiencias traumáticas durante el transcurso de nuestra infancia y adolescencia, es más o menos probable que, consciente o inconscientemente, pongamos en marcha estos mecanismos internos por tal de adaptarnos al entorno. Sin embargo, esta manera de adaptarnos no es la más sana ni adecuada para nuestra salud mental, ya que si por tal de adaptarnos inhibimos nuestra parte más instintiva y emocional, ello acabará perjudicandonos, porque podemos acabar desarrollando un Trastorno Obsesivo Compulsivo.

Cuando somos pequeños y nos hallamos en una realidad tan dura (como puede ser el hecho de sufrir abusos sexuales o la muerte de un progenitor), hacemos lo que sea por tal de adaptarnos y es muy comprensible que nuestra manera de adaptarnos haya sido a través de la inhibición de nuestros instintos. Sin embargo, si vivimos en una permanente inhibición de nuestras pulsiones y emociones, vamos a vivir disociados respecto a nuestra verdadera forma de ser y ello acabará generandonos mucho sufrimiento, porque si no podemos expresarnos como realmente somos, nos vamos a sentir como si viviéramos enjaulados dentro de nosotros mismos. Sentir que no podemos ser realmente libres con los demás y que no podemos expresarnos desde nuestro Yo más genuino puede generarnos mucho sufrimiento, y vivir constantemente tratando de adaptarnos al entorno y a la persona que tenemos delante puede ser agotador y frustrante, porque no podemos agradar a todo el mundo.

Por todo ello, es importante que si vivimos así: a través de la razón y de la inhibición de nuestros instintos, pulsiones y emociones, pidamos ayuda a un profesional, porque intentar cambiar algo que está tan instalado y arraigado en nuestra manera de ser durante tanto tiempo, no lo vamos a poder cambiar por nosotros mismos. Todo esto es muy importante, porque si nos ponemos en manos de un profesional y a través de un trabajo terapéutico, conseguimos desbloquear y liberar toda esta parte instintiva y pulsional, nos va a permitir no sólo sentirnos mucho mejor con nosotros mismos, sino también mejorar nuestras relaciones interpersonales (al poder expresar libremente lo que sentimos, lo que no nos gusta, lo que no queremos hacer, lo que nos ha herido o molestado…), conocernos mejor a nosotros mismos y vivir más acorde a nuestra esencia. Y si conseguimos todo esto, podremos vivir más acorde a lo que deseamos hacer para dejar de vivir  tan atados y condicionados a lo que se espera de nosotros y a lo que es correcto. Y en la medida en que consigamos vivir así, manifestando nuestras emociones e instintos, el volumen de  ansiedad se reducirá de manera contundente, y así también la sintomatología obsesiva.

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