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Workout (del sábado)

Venía a decir Friedrich Nietzsche que la música y la danza permiten a los hombres acercarse al espíritu. Es decir, diluirse y trascender la razón conectando con el eros, con los sentidos, en definitiva, con la vida.

Consideraba, el filósofo alemán, que la música era la más sublime de todas las artes.

La psicologización de la existencia, es decir, la toma continua de conciencia por parte del individuo, como promulgó el psicoanálisis (yo soy analista junguiano) podía permitir evitar la repetición de errores y alejar la psique de la inflación, de las pulsiones, incluso del conflicto neurótico, pero el precio a pagar, entre otros, podría ser el de distanciarse de lo colectivo, de la tradición.

Como dice Houellebecq en su primera novela, Ampliación del campo de batalla, “una mujer psicoanalizada está incapacitada para amar”. Esta afirmación yo la haría extensible a todos, mujeres y hombres. Y no siendo exactamente cierta, ya sabemos de la tendencia provocadora del escritor francés, algo hay de realidad, pues los psicoanalizados, entre los que me incluyo, tenemos la propensión a introducir la razón, el logos, en muchos terrenos donde, quizás, debería ser el eros el que predominara.

Psicoanalizarse es construir un altar a Apolo en detrimento de su hermano Dionisos.

También podría definirse como una forma de matar cierta pulsión vital, o de entrar en aspectos propios del Senex sacrificando al Puer.

Pero cuando uno transita por ese proceso psicológico que, bien delimitado, es tremendamente valioso, debe saber que la vida no puede ser atrapada por un logos defensivo.

Y por eso, al hacerlo, al psicoanalizarse, debemos tener en cuenta de no refugiarnos en ese autoconocimiento para tomar distancia con los aspectos más inabordables de la existencia, pues corremos el riesgo de pasar por ella de un modo ciertamente burocrático.

Y, en términos generales, el problema empieza cuando, a base de reflexión y clarificación psíquica, aparecen la culpa y el miedo. A nivel individual es un desplazamiento claro de la vida hacia la decadencia.  Lo húmedo es sustituido por lo yermo, lo árido. Y a nivel colectivo presagia, a medio o largo plazo, el hundimiento de una civilización. 

  • Porque es evidente que una civilización no se mantiene con una población frágil, neurótica e “histerizada”, sino con poblaciones fuertes, conectadas por un espíritu común, y que son capaces, como ya decía Confucio hace algunos milenios de entregarse a la música, una música que no idolatra “becerros de oro” sino aquello que, sustancialmente, forma parte de la propia historia colectiva-.

Y dado que toda psicología que no considere las circunstancias ontogenéticas o filogenéticas de un individuo, además de sus características propias y esenciales, por muy imperante que sea, no es, a mi modo de ver psicología, sino otra cosa, no considero que tenga un papel relevante a la hora de reconstituir esa conexión con la vida que algunos han perdido, por una u otra causa.

Diluir la culpa y el miedo, a mi modo de ver, no pasa por una reiterada toma de conciencia, sino por una llamada a la acción, a una acción vitalista, impulsada por un deseo vinculado a los sentidos, no a la razón. Porque, por ejemplo, ¿De qué sirve la ambición profesional y económica si encarcela lo más sustancial del ser humano, su capacidad de disfrutar de la existencia?

Por tanto el Workout de los sábados, ese que se realiza cada tres meses, no pretende psicologizar, recoger, anidar, lo que allí surge. Por eso siempre se recomienda, a los participantes, trabajarlo con sus terapeutas personales, sino generar una “chispa” de vida que sirva de recordatorio de la capacidad de sentir que, a pesar de todo, permanece en cada uno de los presentes, más allá de la inquietud o cierta ansiedad que genere, de entrada, ese acercamiento a la espontaneidad, al juego o a la infancia pasada, y que se vehicula a través de la música, la danza y el teatro.

Damián Ruiz

Barcelona, 17 de Enero, 2023

www.damianruiz.eu

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