¿Por qué tratarse de un trastorno obsesivo en el IPITIA?
Para el tratamiento del TOC existe una “terapia oficial”, la cognitivo conductual (TCC) que se centra, fundamentalmente, en el manejo del síntoma y que tiene como elemento terapéutico base la “exposición y prevención de respuesta”.
Digo que es oficial en cuanto hay una validación estadística.
La forma en que nosotros trabajamos difiere en que no nos focalizamos en el síntoma porque entendemos que este es la manifestación de un problema y no el problema en sí. Por poner un símil orgánico es como si alguien tiene fiebre y lo que se busca es bajar la fiebre en lugar de ir al origen de la causa.
Eso no implica que a muchas personas sí les funciona la TCC.
En el Ipitia durante muchos años la mayoría de nuestros pacientes venían después de pasar por esta terapia, actualmente, y desde hace tiempo, ya empezamos a ser también primera referencia.
Por otra parte, que no hayamos hecho una validación estadística, no implica que aquello que proponemos no esté sólidamente fundamentado teóricamente porque proviene de líneas terapéuticas muy trabajadas durante décadas.
Y después tenemos los casos de muchas personas que han mejorado, incluso superado completamente el TOC (cuando afirmo esto significa que llevan al menos cinco años sin síntomas, sin medicación y sin recaídas, y no puedo asegurar que nunca más volverán a padecerlo pero si siguen el estilo de vida que proponemos muy probablemente no recaerán).
Entonces ¿qué hacemos?
Aquí apelo a la lógica y a la racionalidad del lector para que entienda lo que voy a explicar.
- En primer lugar, es importante conocer la historia de la persona, ¿quién es y qué le ha sucedido en su vida? Vamos a buscar tres tipos de posibles circunstancias desencadenantes, las traumáticas ya sean puntuales o temporales, por ejemplo sucesos con fuerte impacto emocional como haber sido golpeado, las segundas, circunstancias estresantes de larga temporalidad, por ejemplo el acoso escolar, y las terceras, un posible ambiente de control y sobreprotección, por parte de la familia, en la infancia y/o adolescencia.
Entendemos también que es más que posible que haya cierta predisposición genética en las personas que desarrollan un TOC, pero la genética, en términos generales, predispone pero no necesariamente condena a sufrir una enfermedad. - Y aquí tenemos el quid de la cuestión, ¿qué provocó en la psique de la persona, sea niño, adolescente, joven o adulto, esas circunstancias vividas? Porque esta es la clave que nos puede permitir ayudar a solucionar el problema.
La pregunta fundamental es: ¿Qué tuvo que inhibir, reprimir o bloquear para poder “sobrevivir” psíquicamente?
Si damos con la respuesta podremos empezar a desarrollar un plan de acción terapéutico que consistirá en “desbloquear” aquello que genera la ansiedad y las manifestaciones obsesivas y o compulsivas.
Además, ese “bloqueo” está “atado” a dos emociones clave: el miedo y la culpa.
La mayoría de las personas que padecen un trastorno obsesivo tienen mucho miedo, racional e irracional, y fácilmente se sienten culpables. ¿Por qué? Porque su posición bio-social, es decir, su desenvolvimiento en el hábitat en el que viven es muy frágil, se sienten debilitadas y altamente susceptibles.
Para decirlo de manera fácil: “Hay que sacarlas de su prisión mental y devolverlas a la vida”.
Y en eso va a consistir la terapia, que es muy activa.
En este tratamiento vamos a dialogar pero apenas vamos a focalizarnos en el síntoma, personalmente casi nunca hablo de ello, sino que vamos a centrarnos en qué aspectos de la personalidad, del temperamento, de los deseos, de la vocación personal y profesional han quedado “suprimidos” generando una vida restrictiva donde el sistema nervioso no tiene capacidad de canalización y está en un bucle permanente y sobre el que nosotros trabajamos para liberarlo y no para aprender a gestionarlo.
Por lo que a mí respecta me formé como psicoanalista junguiano, y soy miembro oficial de la IAAP (International Association for Analytical Psychology) pero en el Ipitia yo no trabajo en esta línea, -lo cual no impide que yo tenga mis pacientes en un proceso psicoanalítico, pero son personas con otras problemáticas- sino que aunque la teoría de Jung me influye evidentemente inciden más aspectos propios de la línea desarrollada por Theodore Millon o de los conocimientos de primatología que adquirí a través de la lectura de los libros de Frans de Waal.
Para que la persona salga de ese bucle obsesivo-compulsivo vamos a trabajar en dos aspectos:
- Conocimiento de sí mismo. Nos va a interesar sobre todo llegar a “lo reprimido o bloqueado”.
- Activación. Vamos a proponer y pactar actividades a desarrollar en la vida real de la persona. Siempre, repito, de forma pactada.
He apelado a la lógica y la racionalidad del lector para que compruebe que no hay ningún salto al vacío, ni ninguna cuestión de fe en esta terapia. Todo lo que hacemos podría estar detallado paso por paso, pero adaptándolo a cada persona, al TOC que padece y a sus circunstancias personales.
Hacemos esto y no otra cosa, eso ha hecho que llevemos once años como centro y haber atendido a cientos de personas de todo el mundo, algunas de las cuales se han desplazado, incluso desde lejos, para hacer terapia con nosotros.
Mi enfoque es pragmático y honesto, incluso como se me dice, para bien o para mal, directo.
Por personalidad soy alguien que si pudiera ayudar a superar un problema en una hora, algo imposible, evidentemente, lo haría. No me gusta dar vueltas ni convertir en montañas inalcanzables, algo que se podría resolver fácilmente y tampoco soy partidario del sufrimiento innecesario.
Pero a veces los problemas, especialmente un trastorno importante como este, requieren su tiempo y, como siempre digo, el paciente tiene una forma de evaluar una terapia, y es si va mejorando o no.
A partir de lo escrito piense, en caso de ser usted quien padece un TOC, si les podemos ayudar.
Nosotros pondremos todo de nuestra parte y, en muchas ocasiones, lo conseguimos.
Julio, 2025